martes, 9 de agosto de 2011

De la estupidez humana

Bolitas de pan, bolitas de miga de pan, bolitas de miga de pan mojadas, bolitas de miga de pan mojadas y arrojadas.
Bolitas de miga de pan mojadas y arrojadas desde mi tirachinas.
Bolitas de miga de pan mojadas y arrojadas desde mi tirachinas hasta sus bocas.
Bolitas de miga de pan mojadas y arrojadas desde mi tirachinas hasta sus bocas con compasión.
Bolitas de miga de pan mojadas y arrojadas desde mi tirachinas hasta sus bocas con compasión, a ver si acierto.
Bolitas de miga de pan mojadas y arrojadas desde mi tirachinas hasta sus bocas con compasión, a ver si acierto (y les doy en un ojo).

109

Pudiera guardar tu sonrisa para siempre. Lejos estaría de hartarme nunca de ella. Pero claro, echaría en falta la espontaneidad que derrite poco a poco tu gesto de persona seria, toda surgida de algún descalabro en mi discurso o bien en mi actuación, para transformarte en eso en lo que te has convertido. Y que un inventor sea capaz de inventarse a sí mismo forma parte, sin duda, del mejor material que cualquiera querría guardarse. No obstante, sin ti, nada guardaría.

108



Esto no es lo que quiero leer.