domingo, 15 de febrero de 2009

28

-A mí también me encantaría volar en un cuadro de Chagall. Es mi preferido, ¿lo sabías?
-No, nunca me dijiste nada. Nada de nada.
-Ahora sí.
-Ahora me has dejado asomarme a tus ojos. Puedes mostrármelo todo.
-Yo también te veo mejor.
Me alegro. Me alegro infinitamente. Mi alma salta dentro de mi cuerpo, pega unos botes tremendos y me hace unas cosquillas eufóricas desde el interior del corazón. Casi se me escapa una lágrima. Mi cuerpo deja a mi alma bailar y se mantiene aparte, para que tú no lo notes. No aún. No tanto aún.
-¿Sabes?-Te digo.-Tengo un plan. ¿Lo adivinas?
Lo piensas un poco. Sin dejar de mirarme. Venga vida, no es tan difícil.
Ajam. Sonríes.
-Querer volar no hace que te eleves. ¿Cuál es tu plan?
-Amarte.-dejo que te resuene esa afirmación, que es rotundísima. Y después de una pausa te pregunto- ¿No notas nuestras alas?

Me besas, cierro los ojos, pero sigo viendo. Flashes. De imágenes cálidas. De tu cuerpo, creo. Al sol. Rayas de sol. Lento. ¿Tus hombros?¿Guardas un lunar en ellos?
Nos pasamos a través de los labios las hadas que revolotean en nuestros estómagos. Te apartas y dices:

-Píntame volando.