sábado, 16 de octubre de 2010

Si alguien me llama piojosa le contestaré...

Piojoso,

la magnífica historia del hiper Piojo-Oso, que no es un supermercado de canela, sino un vendedor de sonrisas al mejor postor.

Con su pelo encrespado y su maraña vil, llora en paragüas para no encharcarle las suelas a nadie. Qué dolor, oh triste corazón, envolver palabras escupidas en perfumes caros y semibaratos. ¿Dije qué dolor? Horror, perdón. Machacando y exprimiendo flores anda Piojoso y con sus manos pegajosas acciona el interruptor del mal: pegando todos sus piojos a la bella piel de sus osos. Pero ni unos pican ni otros revuelcan sus cuerpos sobre la yerba, porque, ¿qué? Ah sí, digamos que piojoso puede conseguir todo, todito lo que él quiera y como no es tan malo, en el fondo fondo, solo lo inventa. Eso sí, cuidado con meterse con su señora Imaginación.

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